Nuestro mundo, está en una etapa crucial de su existencia. Luego de un siglo XX muy duro, lleno de cambios, de crueles guerras y conflictos, nos enfrentamos a un cambio paradigmático jamás visto antes. A principios del siglo XX, la sociedad occidental celebraba el determinismo y el fin de la ciencia y el conocimiento, pero todo eso cambió. Con el advenimiento de la segunda revolución industrial, del desarrollo tecnológico de postguerras, el mundo pasó a incrementar de forma dramática la información y el acceso a ella. Comenzó un proceso de democratización y de apertura de contenidos, y eso hizo que nuestra realidad y vivir, fuese diferente.
En este proceso de cambio, la Educación también se enfrentó a enormes desafíos. Desde una perspectiva global, pasamos de la escolarización universal, de alcanzar una cobertura amplia, con un cierto guiño a los requerimientos de la sociedad industrial de la época, en donde el conocimiento radicaba en unos pocos, en la escuela y maestros, en ese sentido, es clarificador que “Construida sobre el modelo de fábrica, la educación general enseñaba los fundamentos de la lectura, la escritura y la aritmética” (Toffler, 1979) a un momento en el cual, hacia fines del siglo, la información vivió su propio “Big Bang” con el advenimiento de Internet y las nuevas tecnologías. El mundo post Guerra Fría, cambió nuestra mirada social, política y económica. La Educación viviría también el más grande desafío en toda su historia, el paso de la carencia de información, a una sobreinformación en todos los sectores. Y en ese sentido, el devenir desde una Sociedad de la Información hacia una Sociedad del Conocimiento, implicaría grandes cambios y desafíos, que nos llevan a cuestionarnos y plantearnos, los objetivos y roles, que los docentes deben tener en este nuevo siglo de las luces.
Es por lo anterior, que es importante indicar algunas características propias de esta Sociedad del Conocimiento, una vez que ya hemos comprendido como hemos llegado a esta parte. Para ello, debemos indicar algunos elementos propios de esta sociedad, de tal manera de tener una perspectiva adecuada sobre lo que nos enfrentamos.
Existen siete características esenciales que definen la Sociedad del Conocimiento, las cuales son: Aumento de la información, Aumento del conocimiento, Desigualdad, Transformación Cultural, Cambios a nivel de familia, Individualismo y Uso de las tecnologías de la información. Todas ellas, poseen miradas y perspectivas diversas. Para Carlos Marcelo, “El conocimiento es uno de los principales valores de los ciudadanos” (Marcelo, 2001), el cual va de la mano con ese cambio del flujo de la información. Debemos tener presente, que la información no implica conocimiento, y es ese un elemento relevante a ser considerado. Por otra parte, Marcelo nos dice que “Los cambios ya los podemos observar con mucha nitidez, puesto que están afectando progresivamente nuestra forma de vivir, comunicarnos, trabajar y de aprender” (Marcelo, 2001), y es este proceso, el cual incide en transformaciones de tipo familiar, económica, social y cultural. Las nuevas generaciones vienen con una impronta muy distinta a las actuales, en ese sentido Marcelo nos dice que “Nos encontramos con nuevas generaciones, con una mayor competencia en el uso de tecnologías, pero con una cierta tendencia al individualismo, fragmentación y poca implicación política” (Marcelo, 2001). Por lo demás, el siglo XXI estará determinado por el enorme peso que tendrá el uso del conocimiento avanzado para el desarrollo sustentable de los países, tal como ya está ocurriendo en países como Noruega, Canadá, Australia, Finlandia, etc. La tríada esencial de esta nueva sociedad, será “Educación + Cultura + Tecnología = Conocimiento” (Rodríguez de las Heras, 2015).
Con este panorama de cambio, sin duda alguna que la Educación, y en especial el profesor, juegan un rol diferente y con una perspectiva totalmente distinta hasta hace pocos años atrás. En ese sentido, es importante decir que “La enseñanza forma parte esencial del comportamiento humano, representa una cualidad fundamental de la especie” (García, 2012). Esto quiere decir, que los cambios que estamos viviendo sin duda algunas cambian la manera de ver el mundo, de interactuar con él y la visión que tenemos como seres individuales. La gran misión que tiene hoy la escuela y el profesor, es la de establecer un puente de conexión entre la sociedad de la información de fines del siglo pasado, y la sociedad del conocimiento, del presente. Ese desafío, implica “convertir una masa informe de información en conocimiento personal, crítico, selectivo y emancipador, apropiado a la forma en que cada cual percibe y siente el mundo” (García, 2012).
Sin embargo, esta tarea no es ni será algo fácil. En un mundo globalizado como es el que tenemos hoy en día, marcado por la competencia, individualismo, alta tecnología y consumo, la Educación es entendida de la misma forma que en siglos pasados, y es exigida con estándares actuales que no se corresponden con la realidad presente. Por un lado, tenemos un discurso progresista a nivel macro, de gobiernos y ministerios, sobre la importancia de la educación en el día de hoy, con grandes reformas y cambios educativos, pero en donde a nivel de las aulas, los procesos de enseñanza – aprendizaje, siguen siendo los mismos que antes, con clases conductistas, basadas en la “Educación Bancaria” que señalaba Paulo Freire, en el cual el rol del docente es la de ser un transmisor de los saberes, un guardián de la conducta de los estudiantes, un garante del sistema en su conjunto. A lo anterior, hay que sumarle la enorme burocracia que representa un sistema escolar que se sostiene en el precepto que mientras más hagas, mejor es tu trabajo. Vemos interminables horas de planificaciones, formularios, completaciones de libros, llenado de informes, etc, que solamente hacen que la carga hacia el profesor, sea aún más pesada, y que además tiene que asegurarle a las familias, directores, sostenedores y cuerpo social en su conjunto, rendimientos escolares que se basan en pruebas estandarizadas cuestionadas y que se enmarcan en un razonamiento curricular técnico, como lo indican diversos autores.
La Sociedad del Conocimiento evidencia transformaciones jamás vistas en la Historia del Hombre, y ponen como centro a la Educación como pilar esencial para una nueva economía (basada en el conocimiento), política, sociedad y relaciones humanas. Las escuelas pasarán a ser “la comunidad profesional del aprendizaje” (Fullan, 2001), en donde los profesores tendrán la gran tarea de interactuar entre ellos y con los demás, pasar de una cultura individual a sistemas cooperativos, diversos y multidisciplinarios. Este proceso de cambio educativo en el contexto de la Sociedad del Conocimiento, establece dos dimensiones que se asocian entre sí: Prácticas Pedagógicas y Evaluaciones de Aprendizajes, las que en su naturaleza esencial, interactúan como comunidades de aprendizaje. Eso quiere decir, que el profesor en este contexto, “Debe convertirse en un gran profesional con alto rigor intelectual, y a la vez, una gran inteligencia emocional” (Fullan, 2001). Esto, va de la mano con una ruptura tradicional sobre lo que representa en sí el rol del docente en el proceso de aprendizaje. Para el siglo XXI, el docente ya no es un transmisor de conocimiento (las personas pueden acceder a la información vía internet) sino que su rol es la de ser un “mediador” del aprendizaje de sus estudiantes, un desencadenador de conflictos cognitivos, que lleven a una transformación de los mapas mentales de los alumnos, generando plataformas nuevas de aprendizaje, en función de los estilos de aprendizaje de cada uno de los educandos.
Los cambios que estamos viviendo en todos los aspectos que hemos mencionado, también nos llevan a replantearnos elementos claves del pensamiento humano y el aprendizaje. La Sociedad de la Información, rompe el paradigma conductista y de estructura de mente, concibiendo una nueva forma de ver al ser humano, desde una perspectiva biológica evolutiva y neurobiológica. Los trabajos de Varela, Maturana, Renzulli, Gardner, Lorenz, y otros, nos muestran que las funciones cognoscitivas de las personas son más complejas y dinámicas que lo que suponíamos, y eso es esencial para una pedagogía contemporánea.
Desde los trabajos de Piaget, Vigotsky y Brunner, hemos aprendido como son las dinámicas psicológicas y biológicas de los individuos, y cómo evoluciona la mente y el aprendizaje en diferentes estadios del ser humano. Sin embargo, a fines del siglo XX y principios del XXI, entendemos que las personas poseen su propia “Teoría de la Mente”, es decir, formas de ver y captar la información, y por tanto, procesarla a nivel consciente e inconsciente, de forma única y propia.
Los avances de la neurobiología en las últimas décadas, nos abren la posibilidad real de una pedagogía del ser y la mente, en la cual las redes neuronales o “cableado” que disponemos las personas, en cuanto a aprendizaje mediado y significativo, en función de los estímulos, percepción, memoria, conocimiento y motivación, es decir, de los elementos cognoscitivos de los individuos, serán esenciales para que el docente sea efectivamente un “mentor” o “puente” entre la realidad y la experiencia de los estudiantes. Es así, que el profesor está llamado a liderar este proceso de cambio como ningún otro profesional en la sociedad. La manera en la cual seamos capaces de formar y desarrollar docentes denominados “aprendices expertos”, podremos entonces ser capaces de estimular y hacer crecer los talentos y habilidades de los estudiantes.
En la misma línea que hemos hablado sobre el rol del docente en la Sociedad del Conocimiento, desde las diversas miradas tratadas, también es muy relevante indicar algunos elementos sobre lo que representa el cambio educativo y las transformaciones que deben desarrollarse en estos tiempos, los cuales sin duda algunas, tienen su acento en los actores principales del proceso educativo, a saber, docentes, estudiantes y familias. Las perspectivas de cambio educativo, en las cuales se enmarcan procesos de innovación y apertura a nuevos estadios en las comunidades de aprendizaje, deben poseer algunos elementos esenciales, para que sean acordes con lo señalado en dicha Sociedad del Conocimiento. En primer lugar, la educación del siglo XXI debe ser inclusiva, es decir, que su orientación y finalidad, es que todos los niños y niñas, jóvenes y adolescentes, puedan desarrollarse integralmente y de forma adecuada a su propia forma de ser. Cada estudiante tiene que ser potenciado y apoyado en su proceso educativo, atendiendo a su diversidad y características propias. Ante ello, el rol del docente es clave, a la hora de trabajar ante la diversidad en el aula. Por otro lado, también debe ser responsable de la formación de ciudadanos correctos con él mismo y los demás, marcado por la tolerancia, respeto a los DD.HH y siendo crítico de su entorno y medio ambiente.
Otro elemento a considerar, es que la Educación en este siglo será intercultural y con fuerte apego a las nuevas tecnologías, y eso exigirá a las escuelas, profesores y sistema en su conjunto, responder a las exigencias de una sociedad que se comunica en tiempo real con todo el planeta, que sabe lo que pasa al instante en cada rincón, que cuestiona y pone en duda el poder central y determinado, que se relaciona de forma diferente con sus pares y que responde a los nuevos tiempo desde una mirada individual, pero a la vez como aldea global, son ahora ciudadanos del mundo.
De esta manera, los desafíos que se enfrenta la Educación en este tiempo, exigirá cambiar radicalmente las viejas estructuras, pasar de un currículo de racionalidad técnica a uno emancipador, de sistemas de medición cuantitativos a cualitativos, de un proceso de enseñanza – aprendizaje, a uno de aprendizaje – enseñanza, en donde se consideren los escenarios propios de los estudiantes, sus estilos de aprendizajes, necesidades y contextos relevantes. Las relaciones son cada vez más horizontales, y no habrá lugar a que el primer contacto de un ser humano con la sociedad, sea algo tan poco democrático, rígido y conductista, como es en la actualidad, la escuela.
Los desafíos que nos vienen son muchos, y ante ello solo nos queda preguntarnos ¿Seremos capaces de estar a la altura de la velocidad de los cambios que nuestro mundo, vive hoy en día?
Bibliografía
Aretio, L. G. (2012). Sociedad del Conocimento. Madrid, España: UNED.
Fullan, M. (2001). Los nuevos significado del cambio educativo. Barcelona, España: Octaedro.
Heras, A. R. (24 de Febrero de 2015). Educación en la Sociedad del Conocimiento. Obtenido de https://www.edx.org/course/educacion-para-una-sociedad-del-uc3mx-hga-1x
Marcelo, C. (2001). Aprender a enseñar para la sociedad del conocimiento. Revista Complutense de Educación, 531-593.
Toffler, A. (1979). La Tercera Ola. Nueva York, Estados Unidos: Bantam Books.